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El Universal,
Sabado 29 de enero de 1994
Por Gustavo Tatis guerra
Las luces del planeta
Charles Carson es uno de los más destacados artistas de su país. Capitán de los colores del planeta, es unos de los invitados especial en la muestra de Arte del Caribe en la Casa de Valdehoyos.
‘’ Un cuadro vive así su vida, como un ser viviente, y vive por aquél que lo mira’. Picasso. ¿ Qué ves ahí ? -me pregunta con su serena y discreta alegría de pintor de volcanes.
Puro pájaros, le digo frente a uno de sus acrílicos, que son como lo proponía Delacroix, una verdadera fiesta para el ojo. En verdad, a Charles Carson no le gusta hablar de sus pinturas. Prefiere quedarse callado cuando le preguntan en qué lugar de la tierra ha visto esos colores.
No quiere decir que empezó a pintar desde niño en su casa natal de Montreal, donde vino al mundo en 1957. Sus padres que no son pintores han estado al frente de galerías, y su pintura fue el resultado de catorce años de estudio y viajes por Asia, Europa y América. Me habla de su conmoción interior cuando conoció la obra de Picasso, pero no quiere decir en ningún momento que esté influenciado por Picasso. ‘’ Nada de eso’’, explica. Si hay algún lugar donde habiten esos colores, ese no puede ser otro que dentro de él mismo. Aquí, dice Charles Carson señalándose el corazón con el dedo índice. ’Yo veo pájaros’’, le digo riéndome otra vez frente a uno de sus acrílicos. ‘’Eso es lo que más me gusta, dice. Que yo pinte flores y alguien vea pájaros, que pinte pájaros y alguien vea árboles, que pinte árboles y alguien vea niños’’. Le pregunto qué es lo que más le ha impresionado de Cartagena de Indias, en este segundo regreso, y me cuenta que estuvo a punto de ahogarse en las Islas del Rosario tras un color cerca a los corales. No sé bucear, y me fui con salvavidas y todos, y cuando vislumbré esos colores cerca a los colores, me dije: ahí están. Eso son los visajes que necesitaba ver. Y recordé que estaba muy lejos del bote . Caramba. Y me dio miedo terrible, y me estaba ahogando. Cómo no asombrarse-dice Charles Carson, frente a ese peso de colores que llevan las mujeres de San Basilio de Palenque? Antes la frescura, el dinamismo y el ritmo de las obras de Carson, se piensa en el mejor jazz- ha escrito Guy Robert, autor de sesenta libros de arte, y doctor en estética de la Universidad de Paris, gran premio literario de Montreal en 1982. Cuando Guy Robert está frente a una obra de Charles Carson recuerda una sonata de Escarlati o uno de los conciertos de Vivaldi. Juego de miradas:’’pájaros y peces, flores y frutas, cielo y fondos marinos, árboles y cavernas, a veces con perfiles humanos, como en el sorprendente circo de Shangai donde las enigmáticas siluetas acompañan los acróbatas en bicicletas que se deslizan entre apariciones de dragones y otros torbellinos de la fiesta’’. Yo le digo a Carson que todos los colores maravillosos y terribles del planeta están dentro de uno los colores volcánicos y los colores celestes, lo subterráneo y lo aéreo, están inclusive, en la forma de las tripas del hombre. Y a veces el hombre no lo sabe. Uno no es otra cosa que una vida entre dos infinitos: el cielo y la tierra. Pura pintura.
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